X-Cabil, una comunidad del Caribe mexicano con poco más de mil 200 habitantes donde prácticamente todos se dedican a actividades relacionadas con el cultivo de la miel, lucha por mantener vivas a las abejas para darle una esperanza de vida a la selva maya.
Hasta hace unos años los apicultores de la zona dependían únicamente de la cosecha de miel y del precio en el mercado de intermediarios, que eran menos de 30 pesos (1.5 dólares) en los años más difíciles, según recuerda Miguel Puc Pat, apicultor de la comunidad de X-Cabil y presidente de un grupo de guías turísticos comunitarios.
Ante el panorama incierto y la firme convicción de mantenerse como guardianes de prácticas ancestrales para cuidar a las abejas meliponas, una variedad endémica de la península de Yucatán que se destaca por no tener aguijón, crearon una cooperativa turística donde solo comparten rituales que rodean el cuidado del insecto.
La mayor parte de los turistas que visitan la zona tienen acceso a los apiarios de abeja melipona -conocida como Xunan Cab– y también a los de abeja apis mellifera, pero solo quienes pernoctan pueden entrar a ceremonias consideradas sagradas en las que no se permiten fotografías ni videos.
Para nosotros representa muchísimas cosas, en el tema del cultivo de la melipona o en el manejo de las meliponas a nosotros nos estaba apoyando muchísimo en el recobramiento principalmente de la memoria de nuestro pueblo, porque en sus inicios había mucha de esta miel, era de la de la principal fuente de energía de nuestros abuelos, bisabuelos”, sostiene Miguel Puc.
Actualmente el kilo de miel ronda entre los 70 u 80 pesos (entre 3.5 y 4 dólares) en las zonas productoras, pero la miel de abeja melipona se cotiza en más de mil 800 pesos el kilo (unos 90 dólares) porque su producción es más escasa y requiere mayores cuidados.
Una abeja sagrada
Los apiarios de abeja melipona se distinguen por tener “jobones”, que son troncos secos de madera apilados en una especie de pirámide donde las abejas construyen su colmena y solo tienen un pequeño agujero celosamente custodiado por una abeja guardiana.
Agustina Noh Moo tiene poco tiempo dedicada al cuidado de las abejas meliponas y decidió hacerlo fascinada por la forma en la que construyen su colmena y también “porque no pican” (no hacen daño).
“Me gusta porque no pican, nosotros sacamos miel, recolectamos miel, aprendemos a hacer las divisiones también nos están enseñando y nosotras estamos aprendiendo poco a poco”, explica.
La función que tienen las mujeres en el proceso de recolección de miel melipona es muy importante porque las manos pequeñas permiten un mejor manejo al momento de extraerla.
“Te tienes que lavar las manos con hojas de chacá, después para desinfectar las manos para quitar las malas vibras”, comenta.
José Andrés Chuc Ciau, otro de los encargados de los apiarios de X-Cabil, agrega que una de las características de este tipo de abejas es la forma en la que defienden la colmena cuando las amenaza un invasor como moscas u otro tipo de insectos, porque están dispuestas a morir para salvar al resto.
“La colmena queda a salvo en la parte de atrás porque sellan prácticamente allá adentro y ya no pueden ingresar los que van a atacar”, detalló.
Alrededor de X-Cabil hay varios apiarios de apis mellifera que funcionan de la manera tradicional, pero que se adaptan a nuevas condiciones al ser puntos de interés turístico.
Para ingresar al apiario de la cooperativa liderada por Miguel Puc hay que llegar a un parador debajo de una enorme ceiba donde los turistas reciben las primeras instrucciones de los cuidados que deben tener y se les entregan los trajes especiales para proteger de las picaduras.
El paseo incluye comida tradicional elaborada al momento.
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