JOSÉ MARÍA MORELOS, Quintana Roo, 12 de Agosto– Hace dos décadas, este municipio fue reconocido como una potencia en la producción y comercialización de papaya maradol, con el ejido Candelaria a través de la SPR Ch’i May logrando un éxito notable al destinar gran parte de su producción a la exportación.
Sin embargo, la llegada de plagas y condiciones climáticas adversas provocaron el declive de la actividad, al grado que la sociedad campesina dejó de producir. Actualmente, solo unos cuantos agricultores continúan el cultivo de forma independiente, conscientes de que el riesgo es alto.

El productor Edilberto Medina Ortegón, quien encabezó la otrora próspera organización y aún se dedica a esta labor, señaló que sembrar papaya implica una inversión aproximada de 140 mil pesos por hectárea y un periodo de trabajo de nueve meses, con el riesgo de perderlo todo si una virosis ataca a los cinco meses.
“Es muy difícil; no tenemos acompañamiento técnico ni apoyo especializado. Algunos seguimos cultivando con base en la experiencia que nos quedó de los años de bonanza, pero es un riesgo constante”, expresó.
Ante la falta de transferencia tecnológica, los productores locales dependen únicamente de su conocimiento empírico, mientras que la superficie destinada a la papaya maradol sigue reduciéndose año con año, marcando el fin de una era dorada para este cultivo en José María Morelos.