Playa del Carmen, Quintana Roo, 11 de enero. – En la clínica 18 del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), ya no saben qué hacer con los derechohabientes que tienen pendientes diversos estudios por realizar en Cancún.
Son cientos de personas que diariamente acuden desde las cinco o seis de la mañana a hacer fila. A veces corren con suerte y una enfermera pasa diciendo que “la agenda de Cancún todavía no se abre”, y se marchan resignados.
Pero otras, llegan a la ventanilla casi cinco horas después para que les digan exactamente lo mismo con el agregado “dicen que el miércoles, pero más seguro el jueves”.
Gente que tiene pendientes operaciones quirúrgicas, o que le realizaron estudios que están por cumplir su vigencia (3 meses), y que, por lo tanto, podrían retrasar sus diversos tratamientos. A nadie en el IMSS de Cancún les importan estos apremios.
Personas con bastón o andadera. Personas con enfermedades respiratorias. Personas con un lastre de enfermedades. Todas ellas no logran que les den una fecha clave para realizarle una endoscopia, una biopsia o el estudio que proceda.
Y este desprecio por la gente ya está normalizado: en tres días (en los que he acudido) ninguno de los afectados ha levantado la voz o intentado reclamar. Agachan la cabeza y emprenden el camino hacia el elevador (ya sirven todos excepto el aparato mortal que acabó con la vida de una niña hace más de seis meses).
Mientras esto sucede, un señor en un palacio continúa asegurando que la atención en el IMSS será igual que en Dinamarca. Como es imposible pedirle que venga y constate la realidad, al menos le solicito que haga un sobrevuelo por la zona, de esos que tanto le gustan tipo Tren Maya o Acapulco.