CIUDAD DE MÉXICO. – Las Mañanitas son una de las canciones más populares de nuestro país, la cual generalmente asociamos con alegría, pues suele utilizarse para celebrar los cumpleaños de los mexicanos. A no ser de que se trate de la emoción de sentirnos queridos y festejados, difícilmente alguien asociaría a “Las Mañanitas” con tristeza y muerte. Sin embargo, al otro lado del mundo, en los países que conformaban el régimen comunista de Yugoslavia, la historia es totalmente diferente.
Todo comenzó en 1952, cuando el régimen del dictador Tito importó la película Un día de vida, dirigida por el Emilio, El Indio, Fernández. El filme pasó sin pena ni gloria en las salas de cine mexicano durante su estreno en 1949.
La obra –protagonizada por Roberto Cañedo, Columba Domínguez y Fernando Fernández–, tuvo una gran recepción en Yugoslavia, donde fue vista por uno de cada dos yugoslavos. Entre mayo de 1952 y mayo de 1953, más de 250,000 personas fueron al cine sólo para ver Un día de vida. De acuerdo con Brana Mijatović, doctora en Etnomusicología por la Universidad de California (UCLA), la principal razón de esta fuerte atracción de los yugoslavos por el cine mexicano era la música, misma que asociaban con nostalgia y tristeza.
Las Mañanitas, tristeza y felicidad en México y Yugoslavia
De acuerdo con etnomusicóloga, la pasión por México inició cuando la URSS expulsó a Yugoslavia de la Oficina de Información Comunista. Debido a ello, los yugoslavos se quedaron sin cine soviético y las restricciones tampoco les permitían acceder al cine de Europa Occidental y Estados Unidos. Entonces, las obras del nacionalismo mexicano comenzaron a ser una alternativa que, además, tocaba las fibras de un país en guerra.
El escritor, Voja Rehar, que colabora en la revista Film, explica las razones de la popularidad de esta película de una manera un poco diferente:
“A través de Un día de vida, México se entregó, dijo todo sobre sí: dijo su historia y predijo su futuro, nos mostró su corazón; lo vimos y lo sentimos. Es la primera vez cuando, al ver a México, pensé en Yugoslavia. Tal vez fue el sentimiento subconsciente de conexión, tal vez la similitud en los corazones y los personajes: sus canciones y bailes parecían similares a los nuestros, su país al nuestro, su gente a la nuestra.”
Traducida como Jedan dan života, la película Un día de vida fue especialmente recordada por “Las Mañanitas”. El filme narra el viaje de Belén Martí, una periodista cubana que viaja a México para documentar la Revolución Mexicana. Durante su estancia se topa con la historia de Lucio Reyes, un revolucionario del ejército de Carranza que se rebela por el injusto asesinato de Emiliano Zapata. Como consecuencia Reyes es condenado a muerte.
Gracias a su amistad con Felipe, uno de los mandos del ejército, Lucio Reyes logra posponer su sentencia de muerte un día más, lo que le permite cantarle “Las Mañanitas” a su madre, Juanita, quien finge estar contenta y no saber nada del futuro fusilamiento. Sin embargo, en secreto, el dolor invade a ambos personajes. Pese a que Reyes tiene la posibilidad de retractarse o huir con Belén, sus altos ideales lo harán enfrentar un duro destino.
Aunque la antigua Yugoslavia se disolvió en 1991 y dio paso a una serie de guerras entre los países de los Balcanes, el recuerdo de Un día de vida permaneció vigente, pues la obra del Emilio Fernández se exhibió más décadas. Asimismo, el cine mexicano generó un movimiento artístico conocido como Yu-Mex en las década de 1960, en el que músicos yugoslavos interpretaron música mexicana.
Entre los fenómenos derivados de la exhibición de Un día de vida, se encuentran la música del artista croata Kovac Jedan, quien compuso una versión solemne de Las Mañanitas, cuyo título es JEDAN DAN ZIVOTA.
Con información de Méxicodesconocido.com