KABUL. – En el aeropuerto internacional de Kabul reina el caos y la desesperación mientras miles de personas intentan huir del país ante la toma de la capital afgana por parte de los talibanes, después de casi veinte años de guerra, mientras el presidente afgano, Ashraf Ghani, abandonaba Afganistán para evitar “un derramamiento de sangre” entre la población.
Los recuerdos de la brutalidad del régimen fundamentalista talibán, y el terror de saber que están de nuevo en el poder, no dejó otra opción a miles de afganos que intentar tomar un avión.
En videos que se circulan por redes sociales se ve a cientos personas —la mayoría sin equipajes— intentando hacerse paso en los pasillos y en la pista de aterrizaje del aeropuerto.
Después de una semana en la que los insurgentes fueron tomando una tras otra casi la totalidad de las 34 capitales de provincia afganas, este domingo amanecía con la noticia de que los talibanes se habían apostado al norte, oeste y sur de los límites de Kabul.
El pánico estalló entonces en la capital, con las autoridades afganas pidiendo a todos los funcionarios que abandonasen sus puestos de trabajo y fueran a sus hogares, mientras cerraban tiendas y bancos, con el tráfico paralizado por grandes atascos.
Los talibanes, sin embargo, pidieron a sus combatientes no entrar en la capital.
“Dado que la capital Kabul es una ciudad grande y densamente poblada, los muyahidines del Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) no tienen la intención de entrar en la ciudad por la fuerza o combatir, sino más bien entrar en Kabul pacíficamente”, remarcaron en un comunicado los insurgentes. Para ello, continuaron, “se están llevando a cabo negociaciones para garantizar que el proceso de transición se complete de manera segura, sin comprometer la vida, la propiedad y el honor de nadie, y sin comprometer la vida de los kabulíes”, un extremo que confirmó también el ministro del Interior afgano, Abdul Satar Mirzakwal.
Pero a medida que se iban retirando las fuerzas de seguridad afganas de varias partes de la capital y comenzaban en algunos lugares a escucharse disparos y posibles actos de pillaje, los talibanes anunciaron que finalmente entraban en Kabul “para evitar actos de saqueo y que los oportunistas hagan daño a la gente”.
“No le está permitido a ningún combatiente entrar en casa alguna o torturar o molestar a nadie”, advirtieron.
Tras la orden, combatientes talibanes comenzaron a patrullar las calles de Kabul, registrando a las personas que se iban encontrando, para luego dejarlas seguir, según pudo ser testigo EFE.
La salida del mandatario afgano se hizo pública al tiempo que los talibanes entraban en Kabul, cuando el presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional de Afganistán, Abdullah Abdullah, anunciaba en un mensaje de video que “el ex presidente” Ghani había abandonado el país, culpándole de lo que sucedía.
Al final del día, y tras soportar numerosas críticas por su huida rápida y silenciosa, Ghani justificó su marcha para evitar “un derramamiento de sangre”, algo que logró, dijo, con su salida y la toma de Kabul por los talibanes sin encontrar resistencia.
“Los talibanes ya habían declarado que, para expulsarme, estaban dispuestos a llevar a cabo ataques contra la ciudad de Kabul y sus ciudadanos. Para evitar un derramamiento de sangre, pensé que era mejor marcharme”, aseguró el presidente en un comunicado.
Ghani afirmó que se trató de una “decisión difícil”, al tener que elegir entre enfrentarse a los talibanes que querían entrar en el Palacio Presidencial o salir del país al que dedicó su vida.
La entrada en el Palacio Presidencial finalmente se produjo, como mostraron imágenes de televisión con los insurgentes recorriendo el recinto, pero Ghani evitó, dijo, “una catástrofe humana” al decidir no resistir en esta ciudad de seis millones de habitantes.
El ministro de Defensa afgano, Bismillah Mohammadi, que padeció la semana pasada un ataque talibán a su residencia en Kabul, culpaba sin embargo al mandatario. “Nos ataron las manos a la espalda y vendieron la patria, maldito Ghani y su pandilla”, sentenció.
Por otra parte, el Pentágono autorizó este domingo el envío de 1.000 soldados más a Kabul, lo que eleva a 6.000 el total de militares estadounidenses que se desplegarán en la capital afgana, algo que ya ha permitido evacuar a unos 500 empleados de la Embajada de EEUU. en el país.
Los 1.000 nuevos soldados forman parte de un equipo de combate del batallón aéreo 82 de la división de infantería que iba a desplazarse a Kuwait por si hicieran falta refuerzos y que en cambio irá directamente a Kabul, confirmaron fuentes de defensa a varios medios estadounidenses.
La decisión llega un día después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenara enviar otros 1.000 militares a la capital afgana y tres días más tarde de que el Pentágono anunciara el despliegue de 3.000 más, con el objetivo de completar la evacuación de miles de estadounidenses y afganos.
En total, se espera que en los próximos días haya 6.000 soldados estadounidenses en Kabul para garantizar la seguridad de esa operación.
Esa cifra incluye los 1.000 autorizados este domingo, los 1.000 ordenados el sábado, los 3.000 que se anunciaron el pasado jueves y otros 1.000 que ya estaban en Kabul para proteger al personal diplomático a comienzos de la semana pasada.
De esos, este domingo había unos 3.000 ya sobre el terreno en Kabul, de acuerdo con la cadena CBS News.
La presencia militar estadounidense en el aeropuerto de Kabul, a donde se ha trasladado la sede de la Embajada de EEUU, ha permitido evacuar ya del país al menos a 500 de los 4.000 empleados de la misión diplomática estadounidense, informó por su parte la cadena ABC News.
Además de los militares destinados a Kabul, Estados Unidos anunció la semana pasada que desplazaría a Kuwait a entre 1.500 y 2.000 soldados más, que permanecerán allí como reservistas por si resultara necesario enviarlos como refuerzo a Kabul.
Con información de EFE